Saturday, March 10, 2012

Andrew Weil

A esta persona la conocí durante mi solitaria estancia en Winston-Salem, en eso días cuando las cosas se veían más difíciles de lo que realmente son. Durante la época en la que pasaba muchas horas encerrada en mi cueva preferida, rodeada de libros polvorientos, de luz blanca contrastante con sombras y de silencio, ese silencio que tanto disfruté y que ahora intento reencontrar.

Este señor compartió conmigo su libro "The Healthy Kitchen" y con él me permitió sentir un poco de felicidad y tranquilidad. Llenó mi mente de ideas saludables que se han empeñado a vivir conmigo a pesar de que las combato con scones y helado.

Este señor se convirtió en mi amigo, como tantas otras cosas inanimadas lo han sido a lo largo de mi soledad. Es curioso ahora volverlo a ver, con la misma sonrisa de siempre y con tremenda naturalidad. Es satisfactorio saber que hay cosas que no cambian, o al menos parecen no cambiar.